lunes, 22 de mayo de 2017

A cincuenta años de la gran reestructuración del fútbol

En 1967 se produjo la primera gran reestructuración desde la instauración del profesionalismo en el fútbol argentino. Repasamos los cambios que hubo a partir de los primeros años de la década del ´60 hasta la implementación de los Torneos Metropolitano y Nacional, sin olvidarnos de los Promocionales y los Reclasificatorios.

Por Raúl Ramírez, socio del CIHF.
El 3 de marzo de 1967, hace 50 años, se ponía en marcha con la disputa del partido entre Racing Club y Newell’s Old Boys el primer Campeonato Metropolitano de la Asociación del Fútbol Argentino. El cotejo, que terminó 0-0 se jugó un viernes por la noche en Avellanada e inauguró también la televisación de un partido adelantado por fecha.
Daba comienzo así una nueva etapa en el fútbol argentino, materializándose la más profunda reestructuración de los certámenes desde la implementación del Profesionalismo, con la disputa a partir de entonces de nuevos campeonatos que, además, significaban la incorporación de los equipos de las ligas de las provincias a los torneos de A.F.A.

Golpe de Estado e intervención de la A.F.A.

El golpe de estado encabezado por el Gral. Juan Carlos Onganía, el 28 de junio de 1966, que derrocó al gobierno de Arturo Illia, tuvo su correlato en la A.F.A., la que, como ocurría cada vez que una asonada tenía éxito, fue intervenida de inmediato. Así terminó la gestión del dirigente del fútbol paranaense Francisco Perette, hermano del hasta entonces Vicepresidente de la Nación, Carlos Humberto, que fue sucedido por Valentín Suárez, a cargo de la intervención. Suárez, de trayectoria sindical ligada al justicialismo, y además al club Banfield, ya había estado al frente de la A.F.A. con anterioridad. Traía instrucciones de practicar una reforma en el sistema de disputa de los certámenes, aunque antes de abocarse a esta debió dirigir sus esfuerzos al inminente campeonato Mundial que se disputaría en Inglaterra a partir del 11 de julio y en el que nuestra Selección Nacional, que cumplía una caótica gira previa por países europeos, parecía a punto de hacer un papelón.

De Suárez se dijo que fue el verdadero conductor del equipo cuyo DT era Juan Carlos Lorenzo, y que si bien no consiguió jugar bien, retornó recibido como “campeón moral” por una afición que, en época de vacas flacas futbolísticas, prefirió creer que nuestro equipo era víctima de un despojo, y no de sus propias limitaciones.

Superado con fortuna el episodio mundialista, en lo que influyeron los medios de prensa, pocos dispuestos a encontrar falencias en la gestión de cualquier funcionario de la recién implantada dictadura, (de hecho Suárez era un funcionario gubernamental) presentando a Rattín y demás futbolistas como héroes y al interventor como un hábil conductor, quedó a este el camino liberado para el proceso de reforma.

Reestructuración en marcha

Desde principios de la década había existido una creciente presión de los clubes mas poderosos para reducir el número de equipos participantes en Primera División, así como para marginar a los clubes del interior que jugaban los torneos de A.F.A (el modelo uruguayo parecía ser el horizonte de Antonio Liberti y Alberto J. Armando, presidentes de River Plate y Boca Juniors, que lideraban el proyecto). En ese sentido, la implementación de un seguro que debían abonar los clubes santafesinos a sus visitantes hizo la situación tan difícil para estos que algunas instituciones modestas se desafiliaron (1)
La resistencia de las instituciones más modestas (2) y algunas presiones políticas receptadas por el sensible oído de los dirigentes afistas en la asamblea de abril de 1964 (3), revirtieron el proceso momentáneamente. La suspensión de los descensos por 3 años decidida en la misma, había llevado el número de equipos en 1ra. División de 14 en 1963 a 20 en 1966.

Si bien la intervención había dejado todo el poder de decisión en manos del titular de la misma, lo que había sido el Comité Ejecutivo se mantenía como cuerpo consultivo. En ese marco Liberti aún sostuvo la necesidad de reducir a 14 el número de participantes. No sería oído.

El 26 de noviembre de 1966, el interventor hizo público el proyecto que incluía la creación de una competencia de carácter nacional, y un torneo metropolitano en dos zonas, punto que era el que más rechazo generaba entre los clubes directamente afiliados. Esgrimió dos argumentos, en realidad complementarios entre si, para la reforma: la necesidad de crear campeonatos más atractivos y la de recaudar más para mejorar las alicaídas finanzas de los clubes. El proyecto incluía, con el mismo fin, la televisación de un partido en directo los viernes por la noche.

Finalmente el 30 de noviembre todo quedó finiquitado, con la oposición formal de solo tres clubes: Argentinos Juniors, Gimnasia y Esgrima La Plata y Vélez Sarsfield. (4)

La nueva estructura

Desde que en 1931 se puso en marcha la era profesional, la estructura había sido básicamente la misma: un campeonato a dos ruedas de todos contra todos.

Hasta la creación de la Copa Libertadores de América, y la clasificación del campeón anual para disputarla, el hecho de ser el mejor de todos había sido suficiente aliciente para la disputa. Los descensos, implementados a partir de 1937 eran otra fuente de emoción, aunque ese sistema tenía como defecto importante que buena parte de los clubes participantes carecían de posibilidades o de riesgos en ambos extremos de la tabla de valores al promediar la segunda rueda.

El sistema nuevo era totalmente distinto al anterior, quedando conformado de la siguiente manera:

Campeonato Metropolitano

Lo disputaban los 20 equipos que jugaron en Primera División en 1966, más el campeón de Primera B (Unión) y el ganador de un torneo selectivo de la división, entre los equipos de mejor puntaje y los más taquilleros de la categoría, el que hubo que jugar en pleno verano y significó el primer ascenso de Deportivo Español.

Los 22 equipos (cifra que sólo sería superada en el profesionalismo en 1977, cuando militaron 23 clubes en el círculo superior) eran divididos en dos zonas de 11 participantes cada una. Jugaban a dos ruedas, todos contra todos. Los que quedaban libres en cada fecha se enfrentaban entre si en partidos interzonales, para lo que previamente se formaron parejas de acuerdo, en lo posible a las clásicas rivalidades: Boca Jrs – River Plate, Independiente – Racing Club, Huracán – San Lorenzo, etc.

Al término de la disputa de las zonas, se enfrentaban los primeros de cada una con los segundos de la otra en cotejos únicos en campo neutral y los vencedores jugaban un partido decisivo también en campo neutral por el título.

El sistema de desempates presentaba diferencias con los conocidos hasta entonces y también con los usados posteriormente: en caso de empate en las posiciones clasificatorias se tomaba en cuenta el mejor goleo a favor, en segunda instancia la diferencia de goles y por último el sorteo. Si el empate era en un partido de semifinales o final se jugaban 30 minutos de alargue. Si la igualdad se mantenía se tiraba una serie de 3 penales por equipo, luego otro serie de 3 y si la igualdad no se rompía, se efectuaba un sorteo para determinar el campeón, circunstancia a la que afortunadamente no se llegó durante la vigencia de este sistema.

Por otra parte los clasificados en los primeros 6 puestos de cada zona participaban del inmediato Campeonato Nacional, el 7° y el 8° lo hacían en el Campeonato Promocional y del 9° al 11° clasificado debían disputar el Torneo de Reclasificación.
Campeonato Nacional

Tomaban parte del mismo 16 clubes: los 12 equipos clasificados a través del Campeonato Metropolitano y 4 clubes pertenecientes a Ligas del Interior, clasificados a través de un certamen disputado por regiones, de acuerdo a este esquema: Zona Norte, Centro, Litoral y Sur. Se disputaba a una rueda, todos contra todos, por puntos. El campeón y el subcampeón adquirían el derecho a representar a la A.F.A. en la Copa Libertadores de América.

Campeonato Promocional

Lo jugaban un total de ocho equipos: los clasificados en las posiciones 7° y 8° de cada zona del Campeonato Metropolitano y los perdedores de las finales clasificatorias para el Campeonato Nacional en cada una de las zonas en las que participaban los clubes del interior. Se disputaba a dos ruedas, todos contra todos, por suma de puntos. Si se lo adjudicaba un club de A.F.A. adquiría el derecho a jugar el Campeonato Nacional del año siguiente, en lugar del sexto clasificado de su zona del próximo torneo, salvo en el caso que en el siguiente Metropolitano ocupara una de las tres últimas posiciones de su zona, pues en tal caso debía jugar el torneo de Reclasificación (5).En tanto que si el vencedor era un club del Interior, adquiría el derecho a jugar el siguiente Nacional, siempre y cuando se clasificara entre los 3 primeros puestos del torneo de su Liga de Origen.

Campeonato de Reclasificación

Debían jugarlos los seis equipos de Primera División que ocuparan las tres últimas colocaciones en cada una de las zonas del Campeonato Metropolitano y cuatro clubes de Primera B, clasificados en los dos primeros puestos de cada una de las zonas en las que se dividió a los participantes de dicho certamen de ascenso.

Su disputa era por suma de puntos, a dos ruedas de todos contra todos. Los seis primeros clasificaban para jugar la siguiente temporada en Primera “A” y los cuatro últimos para actuar en Primera “B”. Ello ocasionaba que el número de ascensos y descensos no estuviera predeterminado, pudiendo ser desde 4 a ninguno.

En las principales categorías de ascenso se implementaron estructuras similares, con una primera etapa clasificatoria y luego torneos Reclasificatorios y Promocionales (estos últimos sin premio deportivo, pero si dinerario).

Los nuevos torneos en la práctica

La disputa del nuevo campeonato Metropolitano tuvo a su favor, tal cual se previó, que hasta la última fecha una lucha por la clasificación a los diversos certámenes posteriores, manteniendo vivo el interés del público. Sorprendentes desempeños de clubes modestos como Ferro Carril Oeste que ganó la primera rueda de su zona, para luego decaer, Rosario Central, que hasta la última fecha aspiró a llegar a semifinales, lo mismo que Vélez Sarsfield, y de Estudiantes de La Plata y Platense, que se clasificaron semifinalistas, fueron a la vez matizados por el mediocre desempeño de River Plate, el cual hasta promediar la segunda rueda ocupaba uno de los puestos de retaguardia que lo obligaba a jugar la Reclasificación. River se recuperó con una reacción final que lo llevó al Nacional, pero la aventura los chicos no se diluyó: Estudiantes venció en un memorable partido a Platense en una semifinal por 4-3, remontando una desventaja de 2 goles, para luego vencer a Racing, el último campeón, por 3-0, consagrándose campeón y poniendo fin a la hegemonía de los cinco clubes grandes, que se habían repartido todos los campeonatos desde la implantación del Profesionalismo en 1931.

El subsiguiente certamen Nacional, que se adjudicó un Independiente de gran poder ofensivo, escoltado por Estudiantes, subcampeón invicto, presentó la gran novedad de la presencia de los clubes del interior. Los clasificados para disputarlo fueron Central Córdoba de Santiago del Estero (Zona Norte), San Martín de Mendoza (Zona Centro), Chaco For Ever (Zona Litoral), y San Lorenzo de Mar del Plata (Zona Sur). Mas allá de algún resultado aislado, como el triunfo santiagueño en la Bombonera, o el éxito mendocino ante San Lorenzo, los equipos provincianos no estaban, ni podían estar al nivel de sus rivales profesionales. Debieron sufrir más de una desalentadora goleada y clasificaron en las posiciones de retaguardia: solo San Martín logró igualar en las posiciones, con 10 puntos en 15 partidos a Racing Club, que descuidó totalmente su participación en el certamen, dedicado a la conquista de la Copa Libertadores y posteriormente la Intercontinental. En total, los clubes provincianos sumaron ante sus rivales de A.F.A. 4 victorias (curiosamente 3 de ellas como visitantes) (6), 9 empates y 35 derrotas.

Por otra parte las plazas del Interior respondieron tal como se esperaba en las taquillas y un certamen corto, que mantuvo a varios equipos en las posiciones de vanguardia en buena parte de su desarrollo, generó también interés, aunque las recaudaciones sólo se elevaron en escasa medida con respecto al año anterior. Fue notable la convocatoria de público en los partidos clasificatorios para el Nacional en las distintas zonas del Interior (7). Mientras tanto el certamen Promocional, en el que participaron Banfield, Colón, Huracán y Gimnasia y Esgrima La Plata, junto a los vencidos en las finales del interior: Sportivo Guzmán de Tucumán, Racing de Córdoba, Atlético de la Juventud de San Juan y Olimpo de Bahía Blanca, no logró disimular su condición de placebo futbolístico, carente de interés. Aquí también fueron muy superiores los clubes afistas, que ocuparon los 4 primeros lugares, siendo el ganador el equipo mens sana. Este torneo, que no logró justificar su existencia, se jugaría una vez más solamente, antes de desaparecer.

Más interés y dramatismo tuvo el Reclasificatorio, en el que perdieron la categoría los dos recién ascendidos, Unión y Deportivo Español, ocupando sus lugares Tigre y Los Andes. Mantuvieron su lugar en Primera División Newell’s Old Boys (clasificado en el primer puesto), Atlanta, Chacarita Juniors. y Argentinos Juniors, este en forma dramática y en la última fecha, en la que postergó a Almagro, club que junto a Defensores de Belgrano, se vio obligado a permanecer en Primera B.

En las divisiones de ascenso se notó también la futilidad del Torneo Promocional, de tan escaso interés deportivo. Y empezaron a surgir los campeones sin ascenso, como Defensores de Belgrano ese año (8) y Almagro en la siguiente temporada de Primera B.

Panorama posterior

El esquema utilizado en 1967 solo volvió a utilizarse al año siguiente, teniendo lugar posteriormente continuos cambios en la programación de los torneos y en el número de los participantes. Pero lo que perduró fue la estructura de dos campeonatos al año, el Metropolitano (que en 1980 se denominó IV Centenario de la Fundación de Buenos Aires y a partir de 1981, simplemente Campeonato de Primera División) y el Nacional (que a partir de 1982 y hasta 1985 se jugó abriendo la temporada). El Promocional, de corta vida, sólo se jugó dos temporadas y el Reclasificación, con distintos formatos hasta 1970, se abandonó en 1971 para volver por última vez en 1972, más allá de alguna aislada reaparición posterior (9).

El número de equipos del Interior participantes en el Nacional fue incrementándose por razones deportivas y de las otras, llegándose de los 4 iniciales a 14 en el último campeonato que se jugó en 1985.

Algunas plazas se hicieron fuertes y hubo equipos de buenos desempeños que estuvieron cerca de ganar un campeonato, mucho más que lo alcanzado con el esquema actual. Pero ninguno como Talleres de Córdoba, increíblemente vencido por Independiente en la definición de 1977.

Por otra parte, una resolución posterior de A.F.A, la 1309, abrió la puerta de la Primera División a los clubes indirectamente afiliados, por méritos deportivos, lo que aprovechó Talleres a partir de 1980 y posteriormente otras dos entidades cordobesas: Instituto y Racing.

Otro hecho destacable a partir de la reforma inaugurada en 1967, fue el fin de la hegemonía de los cinco grandes tradicionales en materia de campeonatos ganados desde el advenimiento del fútbol profesional: a la conquista de Estudiantes de La Plata, se sumaron en rápida sucesión Vélez Sarsfield (Nacional 1968), Chacarita Juniors (Metropolitano 1969), Rosario Central (Nacional 1971), Huracán (Metropolitano 1973) y Newell’s Old Boys (Metropolitano 1974). Cabe señalar que dos de los grandes, Racing Club y River Plate no ganaron título alguno en ese período. Aunque la relación de causa y efecto entre la reforma y la proliferación de nuevos campeones es un tema polémico, objetivamente es verificable que así ocurrió.

El ciclo de Metropolitanos y Nacionales toca a su fin en 1986, con una nueva reforma, cuyo análisis excede el objeto de esta nota. Solo diremos que en ella se instituyó un sistema de ascenso y descensos que incluye a los equipos del Interior en la pirámide de niveles del fútbol de A.F.A.

Algunas conclusiones

A cinco décadas de los sucesos aquí reseñados, es posible sin duda sacar algunas conclusiones sobre el proceso de reestructuración. Seguramente el cambio más novedoso que introdujo fue la incorporación de los clubes del Interior al fútbol competitivo de A.F.A.. Por los motivos que fuera, espurios o no, ello vino a empezar a corregir una carencia difícil de admitir, esto es que los clubes de las provincias no tuvieran hasta entonces ninguna instancia competitiva real con los directamente afiliados, los que en los hechos eran los únicos representantes y exponente del fútbol argentino en el plano internacional.

Alguna copa esporádicamente disputada (10) y las visitas, de claro tono paternalista, que los clubes porteños hacían a las plazas de provincias en las fechas patrias, no alcanzaban para disimular una inequidad evidente. Se podrá argumentar que la reforma fue sólo parcial. Es cierto: 40 años después los clubes del Interior son convidados de piedra en la conducción del fútbol argentino, pero por lo menos las posibilidades de competir por los mismos objetivos empezaron a abrirse a partir de esta reforma, ampliándose con la siguiente reestructuración, efectuada en 1986.

Los torneos cortos creados tuvieron siempre y desde el comienzo, fuertes detractores. Se argumentó que una racha favorable podía consagrar un campeón menos meritorio que aquel surgido de un extenso torneo a dos ruedas. Muchos vieron, con alegría o con desazón, según en que filas se enrolaran, una relación directa entre los torneos más breves y la consagración de clubes chicos como campeones.

Otra novedad que llegó para quedarse fue la televisación (11). Por muchos años sería el tradicional partido nocturno de los viernes, transmitido por el viejo Canal 7 con relatos de Horacio Aiello y comentarios de Oscar Gañete Blasco, con el fugaz agregado de otro televisado los lunes a partir de 1968.

Pasarían muchos años hasta el estallido del gran negocio de la televisión, que terminaría devorándose la organización de los campeonatos, hechos a imagen y semejanza de los intereses de los dueños del negocio, como en la actualidad.

Por otra parte, la reestructuración no produjo, ni podía en realidad producir, cambios en males mas profundos que afectaban al fútbol, y cuyo núcleo no lo constituía la forma de disputa de los campeonatos.

La violencia en los estadios no cambió e incluso se profundizó (12), el desmanejo financiero de los clubes siguió su rumbo firmemente deletéreo, los episodios de inmoralidad que siguieron saliendo periódicamente a la luz, exhibieron las mismas características. Tampoco influyó la reestructuración en la calidad de los espectáculos, por mas que algunas de las modificaciones premiaran el fútbol ofensivo, como tomar en cuenta el goleo a favor para desempatar posiciones. El fútbol argentino pasaba por una crisis de identidad y de autoestima a partir de la catástrofe de Suecia, que solo se revertiría con el tiempo y con los éxitos que nuevas generaciones de cracks traerían.

Si el público no concurrió masivamente a los estadios con el cambio propuesto, no fue ello motivado por la nueva estructura de los certámenes, y menos por que “no se la entendiera”, como peregrinamente se ha sostenido. Algunas visiones reduccionistas que meten en la misma bolsa a tácticas, cambios reglamentarios, vicios periodísticos y errores dirigenciales (13), no analizan los cambios sociales que se iban produciendo y que sin sustituir el carácter de pasión de masas que tenía, y tiene, el fútbol en Argentina, y que generaban a la par que nuevas propuestas de entretenimientos masivos, la posibilidad de ver el fútbol por televisión, sin riesgo de ser víctima de la violencia creciente, si bien no comparable con la actual. La declinación del poder adquisitivo de los sectores populares, en comparación con el existente en la considerada época de oro de nuestro fútbol, también debe ser tenida en cuenta.

A la distancia, puede causar extrañeza que los clubes aceptaran condiciones de una intervención, que les imponía campeonatos que, por lo menos en principio, no querían. La razón de la aceptación de estas imposiciones, no hay que buscarla solamente en que las impusiera una dictadura; en las etapas democráticas de entonces los clubes de A.F.A. se mostraban igualmente dóciles a los deseos del poder político, y elegían figuras afines a los gobiernos de turno para presidirla, sino directamente parientes de los mandatarios, como pasó con Perette.

Lo que ocurría es que el mundo del fútbol carecía del poder económico y político (en forma directa o por medio de sus poderosos asociados del mundo de la televisión y otros negocios millonarios) que hoy tienen sus dirigentes a nivel local e internacional. Sin duda entre las inquietudes actuales del Presidente de la A.F.A., respaldado por la F.I.F.A., no está la posibilidad de que su entidad sea intervenida, por más despropósitos que se concreten desde su conducción. Una medida así ocasionaría la desafiliación de la A.F.A. por parte de la F.I.F.A., y crearía una situación políticamente insostenible para cualquier gobernante. Nada de ello ocurría en 1966. Por entonces era fácilmente avasallable por los poderes políticos y la posibilidad de una intervención o una imposición, aún en etapas de gobiernos constitucionales, siempre estaba a la vuelta de la esquina.

Poco después de un año de la puesta en marcha de la reestructuración, Valentín Suárez fue reemplazado por Armando Ramos Ruiz como Interventor de la A.F.A. Había cumplido la tarea que le encomendaron.

(1) Argentino de Rosario al final de la temporada 1961 y Tiro Federal durante la disputa del torneo de Primera C de 1962.

(2) León Kolbowsky, entonces presidente de Atlanta, fue la figura más significativa de entre los que se opusieron a los designios de los más poderosos.


(4) El Gráfico, entonces la principal publicación deportiva del país, adelantó la nueva estructura pocos días antes pero con algunas notables diferencias sobre la que realmente se dispuso: así el Torneo Nacional tenía 14 participantes y el Promocional 10, al clasificar para este último los 6tos. del Metropolitano. Además el Reclasificación era denominado “Torneo Menor” y el Promocional de 1ra. B era disputado por eliminación directa.

(5) En la práctica ganar el Promocional, solo servía si se volvía a repetir un 7° u 8° puesto en el siguiente Metropolitano, pues si se mejoraba la ubicación se clasificaba directamente y si se empeoraba de nada servía haberlo ganado, como efectivamente ocurrió con sus ganadores.

(6) San Martín (Mza.) 2 San Lorenzo 1, Boca Juniors. 1 C. Córdoba (SDE) 2, Rosario Central 1 San Martín (Mza.) 2 y Lanús 0 San Lorenzo (MDP) 3.

(7) En el partido decisivo para determinar el representante de la Asociación Cordobesa, entre Racing e Instituto se recaudaron mas de m$n 2.000.000.-, cifra superior a los partidos de A.F.A. en los que no jugaban clubes grandes.

(8) El reglamento de Primera B no preveía inicialmente la consagración de un campeón. Defensores de Belgrano y Tigre, luego de ganar sus respectivas zonas, solicitaron a la A.F.A permiso para dirimir el campeonato, lo que esta aceptó, sin que la consagración tuviere un premio más que dar la vuelta olímpica.

(9) En 1979 en Primera División y en 1976 en Primera. B se jugaron torneos para definir los descensos.

(10) La Copa Ibarguren a partir de 1942 y la Copa Pedro Pablo Ramírez entre ellas.

(11) Ya había antecedentes desde el origen mismo de la TV en la Argentina en 1951 de partidos televisados, pero a partir de entonces la relación fútbol-televisión fue indisoluble.

(12) Uno de los más monstruosos asesinatos en una cancha, el del joven Héctor Souto, ocurrió a poco de empezar el Metropolitano en el partido Huracán-Racing.

(13) Véase: Ramírez, Pablo “Historia del Profesionalismo”, Editorial Perfil.

Fuentes: Revista El Gráfico, Diarios La Prensa, La Nación y La Razón.

1 comentario:

  1. ¡Excelente reseña!

    Un par de acotaciones.

    Es correcto que desde la instauración de profesionalismo en 1931 el torneo de 1ª división se jugó hasta la temporada de 1966 inclusive con el clásico esquema de todos contra todos a dos ruedas.

    Sólo hubo dos excepciones:
    . el campeonato de 1934 se jugó a 3 ruedas (el campeón fue Boca Juiors);
    . en la temporada 1936 se disputó un torneo en la 1ª rueda (Copa de Honor, que ganó San Lorenzo) y otro en la 2ª rueda (Copa Campeonato, que ganó River Plate).

    Ambos campeones luego jugaron un partido para determinar el finalista argentino de la Copa Aldao, que se disputaba ocasionalmente con el campeón uruguayo.

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